La amplia gama de timbres y efectos que tiene la flauta no se enseña, normalmente, a niños que comienzan a tocar la flauta. Es curioso. Me explico:
Cualquier niño que empieza a tocar la flauta con unos seis años tiene muchas dificultades para soplar de una manera continua y con soporte, por no hablar de sacarle un sonido grande y con una calidad tímbrica controlada... Hemos de tener en cuenta que un niño cuando comienza, básicamente, tiene que aprender a soplar. Y se puede enseñar a soplar sin tener que buscar un sonido estándar a la flauta... podemos hacer efectos. ¡Sonidos con aire! Sonidos con poco timbre, sonidos con más timbre... Hay toda una paleta de colores que los niños pueden trabajar y, de paso, conseguir una buena base para, más adelante, poder sacarle un sonido convencional con soporte de diafragma.
De esto hablábamos con Agustín Fernández (un flautista que, como yo, había estudiado con Júlia Gállego en Barcelona) mientras él me hablaba de su trabajo de final de carrera que trataba sobre este tema. ¿Por qué no utilizar los ejercicios técnicos que eran beneficiosos para nosotros con los pequeños flautistas que empiezan? Ejercicios de frulatto, sonidos eólicos, tocar y cantar a la vez... Hay una amplia gama y normalmente los aprendemos cuando ya estamos un poquito más creciditos... ¿Por qué no comenzar a enseñarlo desde el principio? Sabemos que los ejercicios de frulatto nos dan velocidad de aire... además, si el frulatto lo hacemos de garganta, la relajamos... cantar y tocar a la vez nos da resultados similares...
Estaría muy bien poder combinar, desde pequeños, los ejercicios de sonido convencionales con ejercicios con técnicas extendidas. Además, los alumnos no verían la música contemporánea como algo de marcianos, sino que lo harían como lo que es: música.
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