Uno de los problemas que podemos encontrar en nuestros alumnos es que no soplen. Bueno, que no soplen... que no soplen lo suficiente. Es absolutamente normal que empiecen a coger hábitos extraños para hacer sonar el instrumento... Cada caso es un mundo, pero un problema muy común es que hacen una presión brutal con los labios y casi no sacan aire. Les suena la flauta, pero con un sonido muy pequeño.
Una manera de mejorar este punto es coger un papelito, ponerlo en contacto con la pared y aguantarlo soplándole encima. Podéis dibujarle alguna cosita... Yo dibujo un niño con el pelo rizado y le llamamos Pepito. Una vez hayan conseguido aguantarlo con el soplido, dadle la flauta a vuestro alumno y, mientras vosotros aguantáis a Pepito en la pared, decidle a vuestros alumnos que hagan una nota larga y que piensen que están soplando a Pepito... que se olviden de la flauta.
El resultado es bastante impresionante, si se hace bien, claro... En el caso de que el alumno, al ponerse la flauta, vuelva a soplar como antes (con presión de labio, con poca cantidad), deberíamos volver al paso anterior: soplar a Pepito. No sirve de gran cosa que le demos un discurso sobre cómo tiene que soplar... Es mucho mejor que le busquemos ejercicios en los que él bufe de la manera que a nosotros nos interesa para que lo pueda adaptar a la técnica de la flauta.
¡Espero haberme sabido explicar! Cualquier duda... ¡comentad!
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