jueves, 21 de noviembre de 2013

a los Padres de Estudiantes de Música

Queridos padres,

antes que nada, me gustaría felicitaros. Habéis decidido ampliar la educación de vuestros hijos pensando que la enseñanza musical les ayudaría a satisfacer y aumentar su creatividad, les enseñaría a escuchar, les enseñaría lo que es la paciencia, el esfuerzo... Es decir, les haría mejores personas. Felicidades por vuestro esfuerzo no sólo económico (compra de instrumentos, partituras, matrículas y mensualidades de las escuelas de música), sino también por vuestra capacidad de amoldar vuestros horarios para recogerlos del colegio y llevarlos a la escuela de música, ir a las audiciones y, por no poner más ejemplos concretos, invertir vuestro tiempo en vuestros hijos.

Como España es un país con poca tradición musical, si lo comparamos con países como Alemania o Gran Bretaña, seguramente muchos de vosotros no habéis ido a clases de música cuando erais pequeños y por ese motivo tenéis una idea sobre las clases de instrumento y solfeo (que ahora le llaman lenguaje musical) que quizás no se adapta del todo a la realidad. En ningún caso es culpa vuestra. Quizás nunca ningún profesor os haya explicado en qué consiste su clase, qué importancia tiene o cuál es el proyecto a largo plazo. Aquí os daré mi opinión. Si queréis saber la opinión del profesor de vuestros hijos, preguntadle. Estará encantado de ver que mostráis interés en su trabajo.


Hay que tener claro que mi trabajo (el de profesor de flauta) es enseñar a mis alumnos. Enseñarles para que un día puedan ser autónomos y no tengan que venir a mis clases para que les enseñe a tocar canciones. ¿Por qué no? Pues bien simple, porque un profesor de instrumento no enseña canciones, enseña a tocar ese instrumento. Si hubiera alguien que no está de acuerdo con este punto, pondré un ejemplo:

Un profesor de inglés, enseña inglés. Pero no enseña solamente palabras, ni frases. El objetivo de ese profesor de inglés tiene que ser que sus alumnos puedan expresarse en ese idioma y que, cuando el alumno haya adquirido el nivel que éste crea que necesita, pueda dejar de ir a clases de inglés y valerse por sí mismo. No es necesario el mismo nivel de inglés para irte a vivir a Londres y trabajar en una oficina que para hacer una tesis doctoral sobre la retórica de Aristóteles. 

En el inglés, como en la flauta, el objetivo del profesor es el mismo: dar al alumno los conocimientos que le permitan llegar al nivel en el que él se sienta satisfecho.

El objetivo del profesor es enseñar y el objetivo del alumno es aprender. Bien, pero ¿cómo enseña el profesor y cómo aprende el alumno?

La música, como cualquier disciplina, se aprende a base de repetición. De buena repetición. Y es aquí donde se ven claros los diferentes roles en esta relación de dos personas que es la enseñanza. El alumno repite y repite; y el profesor corrige y corrige. Aquí es donde entra la importancia de la práctica en casa.  La clase de instrumento debe ser el momento de la semana en que el alumno recibe correcciones de su profesor, pero si el alumno viene sin haber estudiado ¿cómo va a haber una corrección?


Es obvio que no voy a poner la música por encima de las otras disciplinas, pero llama la atención como el Premio Nobel de Medicina Thomas Sudhof dice que le debe "sus poderes de concentración y análisis a haber estudiado un instrumento" (en concreto, el fagot). (fuente) Yo soy consciente que la amplísima mayoría de mis alumnos no serán músicos profesionales, al igual que el profesor de matemáticas del instituto sabe que la gran mayoría de sus alumnos no serán matemáticos. Pero, del mismo modo que sabéis que las matemáticas y la historia son importantes para la educación de vuestros hijos (y por eso les recordáis que tienen que hacer los deberes), la música debería también serlo. Independientemente de si será músico, fontanero, astronauta, policía o interventor de RENFE.



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